viernes, 12 de marzo de 2010

12-03-2010

Día cargado de una somnolencia extrema. Realmente muy poco para contar, nada interesante en la rutina del día de hoy.

Quizá solo tres cosas sencillas.

Apestoso el olor del transmilenio en la mañana, ni las lociones, ni los perfumes, ni el aroma del shampoo y las cremas logran disipar el podrido aroma que emana de las entrañas de muchas personas y que sale por sus negras bocas. Otra asquerosidad más que se gana cuando se es adulto, el nauseabundo mal aliento del cual puedo decir que al ser tristemente adulto también lo tengo, igual que casi todas las mujeres que últiamente he besado, por fuera limpias, pulcras, pero una vez abren la boca la psasión y el amor se van directamente por el inodoro de su rostro.

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Aburridísmo el trabajo que hago, mirar números todos el día, cuentas contables, saldos, movimientos. Intentar conocer algo que no me motiva solo logra que el sueño y la desconcentración lleguen muy a menudo a mi puesto y que el tiempo no me rinda para nada, de ahí mi miedo a que se den cuenta que soy un fracaso y que me boten rápidamente. Que cosa tan complicada será aguantar estos tres años que he dado como plazo.

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La vanidad, ay que pena que todos la tengamos, pero definitivamente el gremio de los ingenieros es ganador absoluto en este terreno, algún idiota hace cualquier cosa que realmente no tiene nada de envidiable y ya es casi como un dios, y no un dios de los menores, un dios equiparable a un zeus o un odín. Solo algunos pocos se salvan, creo que por fin voy entendiendo y conociendo quienes no deberían ser exterminados en el final. Obvio que yo no seré.

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Muchas veces me siento errante en esta tierra, como muchos de ustedes, pero a diferencia de esos muchos y de los pocos que faltaron, me siento incapaz de crear o hacer algo que me satisfaga enormemente

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