lunes, 14 de junio de 2010

14-06-2010

Me he desviado de mi destino, quizá intentando algo por entrar en esta sucia sociedad. Tal vez nadie lo haya notado, tal vez algunos si, la razón debe ser porque mis dotes de cambio eran poco visibles, no tan representativos ni demostrativos para ser percibidos tan fácilmente. Pero vuelvo a lo que era a los 20, o a los 19, o a las 21 o 22, cuando me quedaba engarzado en el parque de la independencia por horas luego de salir de una película en el mambo, vuelvo a partir de ahora, porque estos años han sido sedientos, secos, tan áridos como el grano de arena en la cúspide de una duna de arena al medio día.

Buscar no ha dejado sino solo la certeza de que nada existe, de que las casualidades se agotan con el pasar de los años, de que las frivolidades con las que se intenta llenar cada metro de vacío son tan fugaces como una buena comida o el asomo del arcoiris entre las montañas. C. y Charanguis no han vuelto a existir, ni los escritos que a su nombre quedaron en hojas de cuaderno y correos electrónicos olvidados. Luego de ellas todo fue pensado, todo analizado, los sueños que pudieran existir se prefabricaron y construyeron con bases débiles y cansadas, con artilugios de sociedad moderna que más que un sentir se se parecían más a un manual de instrucciones de cualquier máquina de las de ahora.

Siento la misma melaconlía de cada noche, pero con más fuerza pensando en que ya no puedo ser ese que fui, que las frases no se me volverán a ocurrir así y que esas ondas que reboloteaban y sonreían con ingenuidad no volverán, aunque aún vivan físicamente y estén ahora pintadas de otro color. Deseo volver a la época cuando no tenía nada que ver con los bancos, época remota y difícil de alcanzar. Deseo ser más el que se quedaba de pie frente a su lugar de trabajo con un cigarrillo entre los labios y una hoja y un lápiz en las manos, escribiendo alguna cosa que atacase cruelmente a esta sociedad metalizada. Deseo volver a ver a Charanguis con su pantalón de sudadera y su pelo largo bajando por sus hombros mientras me habla de su amor con aquel profesor. Solo dese ser menos adulto, menos racional, más ingenuo, menos cuadriculado. Pero eso ya no se puede alcanzar.


escuchando cenizas de Duncan Dhu

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Muchas veces me siento errante en esta tierra, como muchos de ustedes, pero a diferencia de esos muchos y de los pocos que faltaron, me siento incapaz de crear o hacer algo que me satisfaga enormemente

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