lunes, 28 de junio de 2010
lunes, 14 de junio de 2010
14-06-2010
Me he desviado de mi destino, quizá intentando algo por entrar en esta sucia sociedad. Tal vez nadie lo haya notado, tal vez algunos si, la razón debe ser porque mis dotes de cambio eran poco visibles, no tan representativos ni demostrativos para ser percibidos tan fácilmente. Pero vuelvo a lo que era a los 20, o a los 19, o a las 21 o 22, cuando me quedaba engarzado en el parque de la independencia por horas luego de salir de una película en el mambo, vuelvo a partir de ahora, porque estos años han sido sedientos, secos, tan áridos como el grano de arena en la cúspide de una duna de arena al medio día.
Buscar no ha dejado sino solo la certeza de que nada existe, de que las casualidades se agotan con el pasar de los años, de que las frivolidades con las que se intenta llenar cada metro de vacío son tan fugaces como una buena comida o el asomo del arcoiris entre las montañas. C. y Charanguis no han vuelto a existir, ni los escritos que a su nombre quedaron en hojas de cuaderno y correos electrónicos olvidados. Luego de ellas todo fue pensado, todo analizado, los sueños que pudieran existir se prefabricaron y construyeron con bases débiles y cansadas, con artilugios de sociedad moderna que más que un sentir se se parecían más a un manual de instrucciones de cualquier máquina de las de ahora.
Siento la misma melaconlía de cada noche, pero con más fuerza pensando en que ya no puedo ser ese que fui, que las frases no se me volverán a ocurrir así y que esas ondas que reboloteaban y sonreían con ingenuidad no volverán, aunque aún vivan físicamente y estén ahora pintadas de otro color. Deseo volver a la época cuando no tenía nada que ver con los bancos, época remota y difícil de alcanzar. Deseo ser más el que se quedaba de pie frente a su lugar de trabajo con un cigarrillo entre los labios y una hoja y un lápiz en las manos, escribiendo alguna cosa que atacase cruelmente a esta sociedad metalizada. Deseo volver a ver a Charanguis con su pantalón de sudadera y su pelo largo bajando por sus hombros mientras me habla de su amor con aquel profesor. Solo dese ser menos adulto, menos racional, más ingenuo, menos cuadriculado. Pero eso ya no se puede alcanzar.
escuchando cenizas de Duncan Dhu
Buscar no ha dejado sino solo la certeza de que nada existe, de que las casualidades se agotan con el pasar de los años, de que las frivolidades con las que se intenta llenar cada metro de vacío son tan fugaces como una buena comida o el asomo del arcoiris entre las montañas. C. y Charanguis no han vuelto a existir, ni los escritos que a su nombre quedaron en hojas de cuaderno y correos electrónicos olvidados. Luego de ellas todo fue pensado, todo analizado, los sueños que pudieran existir se prefabricaron y construyeron con bases débiles y cansadas, con artilugios de sociedad moderna que más que un sentir se se parecían más a un manual de instrucciones de cualquier máquina de las de ahora.
Siento la misma melaconlía de cada noche, pero con más fuerza pensando en que ya no puedo ser ese que fui, que las frases no se me volverán a ocurrir así y que esas ondas que reboloteaban y sonreían con ingenuidad no volverán, aunque aún vivan físicamente y estén ahora pintadas de otro color. Deseo volver a la época cuando no tenía nada que ver con los bancos, época remota y difícil de alcanzar. Deseo ser más el que se quedaba de pie frente a su lugar de trabajo con un cigarrillo entre los labios y una hoja y un lápiz en las manos, escribiendo alguna cosa que atacase cruelmente a esta sociedad metalizada. Deseo volver a ver a Charanguis con su pantalón de sudadera y su pelo largo bajando por sus hombros mientras me habla de su amor con aquel profesor. Solo dese ser menos adulto, menos racional, más ingenuo, menos cuadriculado. Pero eso ya no se puede alcanzar.
escuchando cenizas de Duncan Dhu
miércoles, 9 de junio de 2010
09-06-2010
Llegar al hogar después de una jorna laboral agobiante es reconfortante, o al menos eso dicen. Estos días no lo son para mi, preferiría haberme quedado en la calle sin hacer nada, como aquellas tardes de los sábados de hace unos años cuando me iba al centro a perderme en el tiempo, en las miradas, en las huellas polvorientas. Ahora siento que tengo algo pero realmente no es nada, creo que al contrario, tengo menos cosas, menos tiempo, menos oportunidades de encontrarla, menos navidades para amarla. Si, hoy preferiría estar afuera fumando un cigarrillo mientras miro como pasan con afán las personas con sus rostros torcidos de lo cansados.
lunes, 7 de junio de 2010
07-06-2010
Siempre es importante decir algo a diario, o quizá más importantes escribirlo, para releerlo luego con nostalgia dentro de unos años cuando sienta que este momento fue mejor que ese que no se como será.
Fue un fin de semana rápido, veloz. Aunque de entrada no estuvo tan bueno, el viernes en la noche no se porque diablos estuve con compañeros de la oficina sabiendo que nunca se hace nada realmente que valga la pena a excepción de que me refuerza más la idea de no acompañarlos en próximas oportunidades. Es perder tiempo y dinero.
El sábado realmente fue bueno, sol con brisa como si tratara de la playa a 2600 metros, cosa singularmente extraña. Volver al Jaime Duque, algo que deseaba desde hace mucho con ansias, resulta un plan perfecto para anacrónicos como yo y Alice. Quizá por eso ya casi nadie va, las cosas que habitan allí son reprobadas por muchos en estas épocas de supratecnología desbordante y centros comerciales atestados y acalorados. Seguiré yendo, esa es una consigna que escribo aquí y en cualquier lado.
El domingo bueno también, relajado, descansado, esos son los domingos de puente festivo, como un sábado pero mucho mejor pues fue antecedido por un gran día como es el sábado normal y antecede a su vez a una mañana de un día que es regular, exquísito antes de las doce pero después del medio día un moribundo peor que el domingo normal a esa misma hora.
Y hoy, lunes festivo, ya pasó esa dulce hora, ya la tarde mengua fuertemente y flashes de responsabilidades de los días posteriores empiezan a dispararse en mi cabeza. Tal vez lo que lo hace un poco más llevadero es que promete vida después de la muerte, en menos de 8 días de nuevo el escenario será similar aunque espero mucho mejor, por el momento solo queda pasar estos irremediables días de trabajo forzado que todos nos dicen que valoremos pues muchos no lo tienen. Si supieran que si ellos lo tuvieran quizá pensarían y escribirían algo similar.
pd.: La gran compañía de Alice hizo más dulce el sábado y el domingo.
Fue un fin de semana rápido, veloz. Aunque de entrada no estuvo tan bueno, el viernes en la noche no se porque diablos estuve con compañeros de la oficina sabiendo que nunca se hace nada realmente que valga la pena a excepción de que me refuerza más la idea de no acompañarlos en próximas oportunidades. Es perder tiempo y dinero.
El sábado realmente fue bueno, sol con brisa como si tratara de la playa a 2600 metros, cosa singularmente extraña. Volver al Jaime Duque, algo que deseaba desde hace mucho con ansias, resulta un plan perfecto para anacrónicos como yo y Alice. Quizá por eso ya casi nadie va, las cosas que habitan allí son reprobadas por muchos en estas épocas de supratecnología desbordante y centros comerciales atestados y acalorados. Seguiré yendo, esa es una consigna que escribo aquí y en cualquier lado.
El domingo bueno también, relajado, descansado, esos son los domingos de puente festivo, como un sábado pero mucho mejor pues fue antecedido por un gran día como es el sábado normal y antecede a su vez a una mañana de un día que es regular, exquísito antes de las doce pero después del medio día un moribundo peor que el domingo normal a esa misma hora.
Y hoy, lunes festivo, ya pasó esa dulce hora, ya la tarde mengua fuertemente y flashes de responsabilidades de los días posteriores empiezan a dispararse en mi cabeza. Tal vez lo que lo hace un poco más llevadero es que promete vida después de la muerte, en menos de 8 días de nuevo el escenario será similar aunque espero mucho mejor, por el momento solo queda pasar estos irremediables días de trabajo forzado que todos nos dicen que valoremos pues muchos no lo tienen. Si supieran que si ellos lo tuvieran quizá pensarían y escribirían algo similar.
pd.: La gran compañía de Alice hizo más dulce el sábado y el domingo.
jueves, 3 de junio de 2010
¿Bufón o VIP? 03-06-2010
La tragedia y el drama son eventos necesarios, tanto los ajenos como los propios y para bien de mi vida estos últimos son vitales y al mismo tiempo enfermizos. No es mi deseo ser mero espectador en este pasar largo y corto por la tierra, ni VIP ni gallinero, ni tampoco dejar como obra y como recuerdo de mi existencia un hijo o hija, será algo igualmente pasajero. Pero no se si al ser meras marionetas de Dios, éste nos haya vaticinado un papel diferente en el teatro, quizá un bufón, un actor, depronto en las tablas o en las graderías, o detrás de todo o afuera bajo la lluvia inclemente. Ahora siento y veo en los ensayos que podría asistir y pagar por una silla doble en la parte media del teatro y otras veces podría ser un extra en la obra. Lo que si creo es que ni seré Romeo ni tampoco el inversionista con palco privado.
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- andcaif1
- Muchas veces me siento errante en esta tierra, como muchos de ustedes, pero a diferencia de esos muchos y de los pocos que faltaron, me siento incapaz de crear o hacer algo que me satisfaga enormemente