lunes, 11 de noviembre de 2013

29-10-2013

Estoy triste, la culpa mella mi espíritu. Tuve ganas de seguir caminando, hasta cuando las piernas se me doblaran de cansancio, para probar mi valentía, mis fuerzas, para pensar en que realmente si puedo ser diferente a los demás. Pero no lo hice, solo me quedé mirando el tren de oficinistas apurado, una mancha gris, decolorada que caminaba hacia sus pulcras celdas. La culpa hizo aún más mella en mi corazón, y ya no sentí ganas de seguir caminando sino que miraba el puente de la 9ª con 100 y unos deseos enorme de lanzarme y volar se apoderaron de mi mente. Pero tampoco lo hice, volví a ver el ejercito de mis colegas y mi uní a ellos resignado.

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Muchas veces me siento errante en esta tierra, como muchos de ustedes, pero a diferencia de esos muchos y de los pocos que faltaron, me siento incapaz de crear o hacer algo que me satisfaga enormemente

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