Recuerdo el día que llegó a casa, fue a mediados de 2008, hace ya 14 años, tendría seguramente un par de años, era pequeño, peludo, y amistoso. Un gato encontrado por el vigilante del edificio y que al pensar que era de nosotros nos llamó.
Era una mañana soleada, tan pronto llamó al citófono revisé si Musa y Venus estaban adentro, pero era casi imposible que no lo estuvieran. "Se les perdió un gatito?" preguntó N., con su manera habitual, suave y amable. Le dije que no cuando constaté que V y M estaban en el apartamento. "Igual ya bajo".
Ya en la portería vi al gatito sentado en la única silla que ha tenido la portería, tenía el pelo largo, gris oscuro encima, su pecho era blanco y también de pelo largo, la cola muy peluda y la cabeza, de forma redondeada, pareciera que estuviera cubierta por un casco gris. Su boca estaba rodeada de pelo blanco y en cambio sus ojos y la parte de encima tenía pelo gris oscuro. Alrededor de sus ojos pareciera que tuviera delineador, sus bigotes eran muy largos, casi el doble de los de V y M. y Su nariz era chata, no en exceso, pero si lo suficiente para que pareciera que fuera respingada. Era pequeño, tierno, encantador.
Cuando lo vi me miró largamente, volteó hacia un lado la cabeza y me maulló de forma suave y tierna. N sonrió y me dijo que había llegado a la portería hacia un poco menos de 1 hora, tenía las patas blancas llenas de tierra, pero en general no estaba sucio. No era arisco, ni tímido, tenia las uñas cortadas, lo que sugería que venía de alguna casa. Lo tomé en mis brazos y luego nunca más volví a soltarlo.