La oficina está oscura y con pocas personas, todos están
almorzando, o caminando dando vueltas como tontos alrededor de los muchos edificios que hay por estos lados. Yo no almorcé, aunque el estómago me suena
bastante y los jugos gástricos están haciendo remolinos en mis tripas. Me aburre la rutina aquí en este cubo, me
aburre esta pantalla, me aburren las noticias, me aburre ver la cara de los oficinistas. Me aburre ver la competencia por
figurar de cada una de las personas de este gremio, y cuando digo gremio no me
refiero sólamente a los ings… sino a todos los oficinistas, todos los
pequeñoburgueses. Y cuando estoy así de aburrido no me dan ganas de subir a
compartir un almuerzo con los mismos, ni entrar a uno de los muchos
restaurantes que sirven menú para oficinistas,
quiero que termine el día, que terminen todos estos días y que solo
lleguen los del campo, los de ver la lluvia caer sobre todos los árboles, los
de ver el agua como baja con su fuerte torrente por la pequeña canal de cemento,
los de ver las hormigas entrando por sus torres construidas con granos de
arena, los de sentir que el tiempo deja de ser ese cruce de manecillas que nos
amenaza en cada momento que consultamos el reloj.
Hoy hablo con un compañero y me habla acerca de su deseo de
ganar rápidamente dinero dedicándose a no se que rama de la ing…antier hablo
con otro y me dice lo mismo pero con otras palabras, mañana seguramente hablaré
con otro y será algo de lo mismo, adicionándole quizá que va a ser éste o éste otro
estudio y así. ¿cómo los veo a ellos en unos años? Bueno, no es complejo de
imaginar, es más, basta con dar una mirada alrededor a otras personas de más
edad y ahí está esa proyección. Puede hacerse el ejercicio al contrario (es
decir mirar a esas personas de más edad e intentar imaginar su pasado y veremos
la fuerza, deseo y planes de los que ahora hacen eso) y nos encontraremos con
lo mismo. Habrá una que otra variación, nada del otro mundo, nada radical, nada
anormal que cambie el plan, que pueda dar un giro inesperado que llame la atención.
Alguien dirá que no es igual, que las cosas ahora pueden ser diferentes a hace 15 años, pero ¿realmente lo es? ¿es
tan distinto? Quizá puedan ser
diferentes las formas, las maneras, ahora hay redes sociales, linkedin, más
profesionales (por ende más competencia), maestrías por doquier, más formas de
ver lo que hacen los demás, lo que han logrado y de esa manera más puntos de
comparación. Digamos que ahora es más fácil sentir la frustración, antes solo
la veíamos cuando conversábamos con nuestros amigos y compañeros de colegio, y
eso solamente lo hacíamos con los más cercanos, ahora nos enteramos de todo de
quien queremos (o casi), aunque ese todo suela resumirse en solo los logros,
metas, “felicidades”, y cosas que merezcan ser contadas. Obviamente una lagrima
o una pérdida (salvo que esa pérdida sea solo la fachada para ganar popularidad)
no serán dignas de contar o mostrar. Yo no muestro nada, bueno quizá muestre
esto, pero si nadie lo ve, si no interesa a nadie, si está en una esquina
oculta por donde nadie pasa, entonces termina siendo al final como una botella
lanzada al mar con un mensaje ilegible.